En el corazón de Borgoña, región francesa conocida en todo el mundo por su excelencia vinícola, se alza un monumento que personifica la mezcla perfecta de historia, filantropía y arte del vino: los Hospicios de Beaune. Fundado en el siglo XV por Nicolas Rolin y su esposa Guigone de Salins, este suntuoso edificio no sólo estaba destinado a convertirse en una obra maestra de la arquitectura, sino también en un símbolo de ayuda mutua y solidaridad. Durante siglos, estos muros han albergado un hospital para indigentes, un santuario para enfermos y, al mismo tiempo, la cuna de una de las ventas de vino más emblemáticas del mundo. Sumerjámonos juntos en el corazón de esta joya borgoñona que resuena mucho más allá de las fronteras de Francia.
Origen y fundamento
La historia de los Hospicios de Beaune comenzó en 1443, cuando Nicolas Rolin, canciller de Philippe le Bon, duque de Borgoña, y su esposa Guigone de Salins decidieron crear un hospital para los más desamparados. Durante este periodo, Francia se vio afectada por la Guerra de los Cien Años y la región quedó devastada por años de guerra, hambruna y peste. Ante esta gran angustia social, la pareja decidió construir un hospital para los más desamparados. La construcción de los Hospicios de Beaune se consideró un acto de caridad y piedad. Diseñado por el arquitecto Jacques Wiscrère, es un Hôtel-Dieu (hospital eclesiástico para huérfanos y peregrinos) que se distingue por sus tejados de tejas vidriadas multicolores, símbolo de Borgoña. Durante siglos funcionó como hospital, atendiendo a enfermos, huérfanos y necesitados. Además de su misión médica, los Hospices de Beaune poseen un viñedo cuyos beneficios ayudan a financiar la institución. Todos los años se celebra una subasta de vinos que atrae a compradores de todo el mundo. Se ha convertido en una tradición emblemática de Borgoña. Así, a lo largo de los años, los Hospices de Beaune han fusionado la asistencia médica y el patrimonio vitícola, reflejando el corazón mismo de la región de Borgoña.
La arquitectura de los Hospices de Beaune
El Hôtel-Dieu des Hospices de Beaune es uno de los hitos arquitectónicos más orgullosos de Borgoña. Lo primero que llama la atención al acercarse es su tejado. Los azulejos esmaltados de Borgoña, dispuestos en intrincados patrones geométricos, crean un deslumbrante despliegue de color: verde, amarillo, rojo y negro. Estos tejados policromados, típicos de la región de Borgoña, confieren al edificio una singularidad y una riqueza visual innegables. El edificio principal está enmarcado por frontones góticos con altas ventanas que dejan pasar la luz, iluminando el interior. Las fachadas están adornadas con detalladas esculturas, incluido el Juicio Final, que recuerdan a todos el carácter sagrado y caritativo de la institución. La arquitectura interior de los Hospicios es tan impresionante como la exterior. La Grande Cour, con sus arcadas góticas y sus torrecillas en las esquinas, es un espacio relajante diseñado para ofrecer un respiro a quienes entran. La pieza central del Hôtel-Dieu es sin duda la «Salle des Pôvres». Se trata de una larga sala abovedada donde antaño se trataba a los enfermos. El techo está formado por magníficas armaduras de roble, que dan la impresión de un casco de barco invertido. A ambos lados de la habitación, las camas separadas por finos tabiques dejan entrever las condiciones de atención de antaño. Los piadosos frescos sobre las camas recuerdan la misión espiritual del hospital. Una sobria capilla gótica contrasta con la riqueza ornamental de algunos de los demás espacios de los Hospicios, en particular el famoso patio con sus polígonos de colores.
Salas para visitar
El Gran Salón de los Pobres
Sin duda, la sala más emblemática del edificio. Majestuosa y de casi 50 metros de largo, albergaba antaño las camas de los pacientes. Estas camas, separadas por finos tabiques de madera, estaban dispuestas de modo que cada paciente pudiera ver el altar mayor. Los magníficos techos abovedados, sostenidos por vigas de roble, dan al vestíbulo una impresión de grandeza. En las paredes, tapices y cuadros antiguos representan las vidas y milagros de San Antonio y Santa Elena, añadiendo una dimensión sagrada y relajante al entorno. Estas actuaciones también pretendían tranquilizar a los pacientes.
Sala Saint-Hugues
La sala lleva el nombre de Saint-Hugues, obispo de Grenoble, conocido por su piedad y su compromiso con los pobres. Esta sala, más pequeña que la anterior, se diseñó para alojar a los pacientes más pudientes. Las camas estaban más espaciadas y ofrecían cierta intimidad. La decoración es más sobria, pero la atención al detalle es igual de evidente. Desde la carpintería tallada hasta las coloridas vidrieras, todo se diseñó para proporcionar un entorno de curación agradable y apacible. Su disposición permitía un seguimiento más individualizado y, por tanto, una atención médica más profunda. También servía como lugar de meditación y oración para el personal y los pacientes.
Sala Saint-Nicolas
Esta sala, más pequeña pero igualmente significativa, lleva el nombre de su fundador, el canciller Nicolas Rolin, y pone de relieve un aspecto más íntimo y profundo de la vida en el Hôtel-Dieu. El ambiente de esta sala es único. Se centra menos en el aspecto médico y más en la contemplación y la meditación. En las paredes, cuadros y tapices rinden homenaje a la vida de San Nicolás, protector de los niños y los viajeros, una elección que sin duda refleja la compasión y la protección que ofrece el Hôtel-Dieu a sus residentes. El mobiliario, más modesto y funcional, recuerda que esta sala era también un lugar de vida y descanso para los pacientes.
La farmacia
Esta pequeña sala está repleta de ungüentarios, frascos y otros instrumentos médicos de la época. Aquí descubrimos el arte de curar durante el Renacimiento, combinando remedios tradicionales con nuevos descubrimientos. También aquí el ambiente está impregnado de espiritualidad, ya que la medicina y la fe estaban estrechamente vinculadas.
La cocina
La cocina de los Hospices demuestra la preocupación diaria por ofrecer alimentos de calidad a los pacientes. Con su gran chimenea y su reluciente latón, esta sala es un recordatorio de la importancia de la nutrición en el proceso de curación. Todavía pueden verse utensilios de la época, como ollas y sartenes, que ilustran el colosal trabajo realizado por las hermanas hospitalarias.
El políptico de Rogier van der Weyden
El políptico de los Hospicios de Beaune, también conocido como «Retablo del Juicio Final», es una importante obra del pintor flamenco Rogier van der Weyden, realizada hacia 1450. Encargada para decorar el Hôtel-Dieu de los Hospicios de Beaune, esta obra maestra de la pintura del siglo XV representa con minucioso detalle las escenas del Juicio Final. Estructurado en varios paneles, el políptico se abre como un gran libro ilustrado que revela escenas ricamente detalladas del Arcángel Miguel pesando almas, los elegidos, los condenados y la resurrección de los muertos. La delicadeza de los detalles, la intensidad de las expresiones y la vivacidad de los colores dan fe del extraordinario talento de van der Weyden y del importante papel desempeñado por este cuadro en la historia del arte. Aún hoy, el políptico atrae a numerosos visitantes e historiadores del arte, atestiguando la importancia histórica y cultural de los Hospicios de Beaune.
Hospicios y vino
La relación entre el Hôtel-Dieu y el vino se estableció muy pronto en su historia. Poco después de su creación, se regalaron parcelas de viñedo a los Hospicios. Estas donaciones solían hacerlas burgueses o nobles que deseaban asegurar la salvación de sus almas o agradecer al hospital los cuidados que les había prestado. A lo largo de los siglos, estas donaciones han continuado, convirtiendo a los Hospicios en uno de los mayores propietarios de viñedos de Borgoña. Con unas 60 hectáreas de viñedos, principalmente Premier y Grand Cru, los Hospices gozan de una posición envidiable entre las fincas de Borgoña. Las parcelas están repartidas por la Côte de Beaune y la Côte de Nuits, incluidas prestigiosas denominaciones como Pommard, Meursault, Beaune y Corton. Los ingresos de estos viñedos siguen utilizándose para financiar el funcionamiento del hospital.
La subasta anual
Se trata de uno de los acontecimientos más prestigiosos del calendario vinícola. Desde su fundación en 1859, la exposición ha atraído a aficionados, coleccionistas, profesionales y simples curiosos de todo el mundo. Este acontecimiento, que se celebra cada año el tercer domingo de noviembre, se ha convertido en toda una institución. Hoy en día, la subasta no es sólo una cita ineludible para los amantes del buen vino, sino también un acto benéfico, cuyos beneficios se destinan al hospital de Beaune y a diversas causas sociales. El fin de semana de la venta, Beaune se transforma: se organizan degustaciones, exposiciones y un ambiente festivo llena las calles de la ciudad. Todos los vinos a la venta proceden de las 60 hectáreas de viñedos de los Hospicios, que abarcan un mosaico de terruños que van desde simples denominaciones de aldea hasta grandes crus. La mayoría de los vinos proceden de vinos base especiales, elaborados a partir de selecciones de parcelas. Estas botellas son especialmente apreciadas por los coleccionistas por su calidad, pero también por su singularidad.
Los Hospicios de Beaune en el cine
Los Hospices de Beaune, emblema del patrimonio borgoñón, no sólo han dejado su huella en la historia y la viticultura. También han conquistado el séptimo arte, convirtiéndose en telón de fondo de memorables películas que han inmortalizado esta joya arquitectónica:
La Grande Vadrouille
Estrenada en 1966, «La Grande Vadrouille» de Gérard Oury se ha convertido en un clásico del cine francés. Con más de 17 millones de espectadores en el momento de su estreno, esta comedia protagonizada por Louis de Funès y Bourvil encantó a los cinéfilos por sus escenas hilarantes y sus paisajes pintorescos. Una de las escenas más memorables de la película tiene lugar en los Hospices de Beaune. Mientras los personajes intentan escapar de los ocupantes alemanes, se disfrazan de monjas y emprenden un fantástico viaje por los tejados del Hôtel-Dieu. Este pasaje, que combina humor y acción, ofreció una visibilidad excepcional a los Hospicios, presentándolos como un lugar no sólo de cultura, sino también de entretenimiento.
Claude Lelouch y su amor por Beaune
El icónico director Claude Lelouch nunca ha ocultado su fascinación por Borgoña y Beaune en particular. En 2009, eligió la ciudad como escenario de su película «Ces amours-là». Este largometraje cuenta la historia de una mujer a través de los diferentes amores de su vida. Y es en Beaune, con los Hospicios como telón de fondo, donde algunas de estas historias cobran vida. Lelouch ha captado la esencia romántica del lugar, combinando la majestuosidad del Hôtel-Dieu con la dulzura de una historia de amor. Más que un escenario, los hospicios de la película de Lelouch encarnan el paso del tiempo, la memoria y el romance. Son un personaje por derecho propio, testigos de los amores, penas y alegrías de los protagonistas.
Los Hospices de Beaune son algo más que un monumento histórico: son el testimonio vivo de una época, de una generosidad sin precedentes y de una tradición vitivinícola excepcional. Visitar los Hospicios es atravesar los siglos, sentir el alma de una Borgoña rica en historia, arte y sabores. También es un recordatorio de que la generosidad y el humanismo, unidos a la pasión y la tradición, pueden crear maravillas intemporales.
Si desea visitar los Hospices de Beaune, en www.beaune-tourisme.fr encontrará toda la información necesaria para preparar su estancia.